El proceso comenzó con reuniones operativas para identificar los puntos de izaje y confirmar que estuvieran bien instalados. Mientras se construían las celdas mineras, se trabajó con planos hasta poder validar todo en campo y ajustar detalles.
También se evaluó la zona de maniobra y cagueo, y con las medidas finales se definió qué se embalaría, cómo hacerlo y qué equipos usar. Con esa base, se armó la propuesta económica y se eligieron las unidades de transporte y los contenedores marítimos adecuados.
